OBSERVACIONES DEL BARON DE HUMBOLDT. Cuando, despues de mi regreso de Méjico, publiqué un ensayo sobre las artes y los monumentos de los pueblos indígenas del Nuevo-Continente, concebí la esperanza de que el interés filosófico de nuestra antigua Europa se estendería, poco á poco, sobre la historia y los tipos misteriosos de la civilizacion naciente de las Américas anteriores á la conquista española. No es el bello ideal, ni el sentimiento de la perfeccion en las formas lo que debe buscarse en los monumentos de los pueblos del Nuevo-Mundo, ni entre los que viven, sea al este del Eufrates y de la Pentapotámide, ó sea en el Archipiélago asiático, donde, con el Budhismo, ha penetrado la cultura intelectual del Indostan. El estudio de las artes, en aquellas regiones lejanas, ofrece un interés histórico de un genio grave y elevado; interés que se une á las investigaciones sobre la descendencia de los diferentes ramos de la especie humana y á la marcha progresiva y variada de la imaginacion, cuando las razas, mas ó ménos felizmente organizadas, Ilegan á arreglar su estado social, su culto y el carácter de sus monumentos públicos. Dominado por esta idea hace largo tiempo, concebí los mas vivos deseos que las ruinas mas notables de arquitectura y escultura que cubren las alturas de las Cordilleras de Méjico y del Perú, y de las cuales hasta ahora no he dado en mis escritos sino bosquejos imperfectos, fuesen presentadas al público por medio del diseño. Este deseo ha sido cumplido, por lo que hace á Méjico, del modo mas satisfactorio y con un talento digno de admiracion. El Señor Don Carlos Nebel, arquitecto, que ha habitado y estudiado durante cinco años el pais en que la dominacion de los Toltecas y de los Aztecas llegó á tener una grande estension, ha medido los monumentos con una escrupulosa exactitud, ha señalado varias construcciones enteramente desconocidas, ha conservado el carácter primitivo á los bajo-relieves que adornan los Teocallis, ó pirámides mejicanas, y ha concebido y copiado con suma verdad la fisonomía de la vejetacion tropical que embellece á aquellos paises. Tengo el mayor gusto de poder ofrecer al señor Nebel un testimonio público de la estimacion que merecen tan penosos é importantes trabajos. La obra ejecutada en Paris, bajo la direccion del autor, que comprende á la vez la arquitectura antigua y moderna, azteca y española, las vistas de las principales ciudades de la confederacion Mejicana, y los trajes de los habitantes de los diferentes climas y regiones, no puede ménos de fijar la atencion y excitar un interés general; tanto mas, cuanto que el señor Nebel ha limitado sus investigaciones en Méjico á lo que es puramente Mejicano, y ha creido que importaba sobre todo dar á conocer lo que han producido por su propio genio los pueblos de Aztlan, viviendo en profunda soledad y separados del resto del género humano. El público debe dar gracias al autor por haberse dispensado de largas discusiones sobre el orígen de los Aztecas, sobre los Atlántides de Solon y los pueblos semíticos, sobre los Egipcios y los Chinos del Fusan, y otras disertaciones que cansan el lector inutilmente. ALEJANDRO de HUMBOLDT.