CHIMBORAZO. Visita del Chimborazo, desde la mesa de tapia. Por Humboldt. La cordillera de los Andes ya se divide en varias ramas separadas entre sí por valles lonjitudinales; y ya forma una sola masa erizada de cimas volcánicas. Se observa al mismo tiempo que los grandes valles colocados entre las dos ramas laterales y la cadena del centro, son los estanques de dos rios considerables, que tienen el fondo aun menos elevado sobre el nivel del océano que el alveo del Ródano, cuyas aguas han escavado el valle de Sion, en los Alpes superiores. Caminando de Popayan hácia el Sur, se ve, desde la árida esplanada de la provincia de Pasto, confundirse las tres cadenas de los Andes en un mismo grupo que se prolonga mucho mas allá del Ecuador. Este grupo ofrece, en el departamento de Quito, un aspecto singular desde el rio Chota, que serpentea entre montañas de roca basáltica, hasta el páramo del Azuai, en el cual se elevan memorables restos de la Arquitectura peruana. Las mas elevadas cumbres están colocadas en dos hileras que forman como una doble cresta de la cordillera: estas cimas colosales, cubiertas de hielos eternos, sirvieron de señales en las operaciones de los académicos franceses, al tiempo de la medida del grado ecuatorial. Su disposicion simétrica, sobre dos lineas de norte a sur, hizo que Bouguer las considerase como dos cadenas de montañas, separadas por un valle lonjitudinal: mas lo que este celebre astrónomo llama el fondo de un valle, es la espalda misma de los Andes, una esplanada o mesa, cuya altura absoluta llega de dos mil setecientos a dos mil novecientos metros. No debe confundirse una doble cresta con una verdadera ramificacion de la cordillera. Una llanura cubierta de piedras pómez, forma parte de la mesa que separa la cresta occidental, de la oriente de los Andes de Quito. En esta llanura se halla concentrada la poblacion de este país maravilloso; en ella se encuentran ciudades que contienen de treinta a cincuenta mil habitantes. Despues de haber recidido durante algunos meses a esta elevacion, donde el barómetro se mantiene a 20 pulgadas, se esperimenta sin poderlo remediar, una ilusion extraordinaria: poco a poco olvida el observador que cuanto le rodea, a aquellos pastos cubiertos a un mismo tiempo de rebaños de llamas y de ovejas de Europa, aquellos verjeles guarnecidos de setos vivos de duranta y de barnadecia, aquellos campos labrados con esmero y que prometen abundantes cosechas de cereales, están como colgados en las altas rejiones de la atmosfera; y apenas se acuerda de que el suelo en que habita se eleva mas sobre las vecinas costas del Océano pacifico, que la cumbre del Canigou sobre el estanque del Mediterraneo. Mirando la espalda de la cordillera como una vasta llanura limitada por cortinas de montan̄as lejanas, se contrae la costumbre, de considerarlas desigualdades de la cresta de los Andes como otras tantas cimas aisladas. El Pichincha, el Cayambe, el Cotopaxi, todos estos picos volcánicos designados con nombres particulares, aunque hasta mas de la mitad de su altura total no constituyen sino una sola masa; parecen a los ojos de los habitantes de Quito, otras tantas montañas distintas que se elevan en el centro de una llanura llena de selvas; y lo que hace esta ilusion mas completa es que los dentellones de la doble cresta de la cordillera llegan al nivel de las altas llanuras habitadas; de modo que los Andes no presentan el aspecto de una cordillera sino cuando se ven de lejos, desde las costas del Grande Océano o desde las sabánas que se estienden hasta el pié de su falda oriental. Colocados sobre la espalda de la cordillera misma, sea en el departamento de Quito, en la provincia de Pasto, o todavía mas al norte, en lo interior de la Nueva Espan̄a, no vemos mas que una serie de cimas esparcidas, y grupos de montan̄as que se desprenden de la mesa central: cuanto mayor es la mole de las cordilleras, tanto mas difícil se hace abrazar el conjunto de su estructura y forma. Con todo, el estudio de esta forma, diré mejor, de esta fisonomia de montañas, se facilita singuralmente por la direccion de las altas llanuras que constituyen la espalda de los Andes. En el viaje de la ciudad de Quito al páramo del Asuai, aparecen sucesivamente, sobre una línea de 37 leguas al Oeste, las cimas del Casitagua, del Pichincha, del Atacazo, del Corazon, del Ylinaza, del Carguairazo, del Chimborazo y del Cunambai; al este, las cimas del Guamaní, del Antisana, del Pasuchoa, del Rumiñavi, del Cotopaxi, del Quelendaña, del Tunguragua y del Capac Urcu, las cuales, a escepcion de tres o cuatro, son todas mas elevadas que el Monte-Blanco. Estas montañas están colocadas de manera que, vistas de la esplanada o mesa central, lejos de cubrirse mutuamente, se presenta al contrario en su verdadera forma, como dibujados sobre la bóveda celeste: su aspecto recuerda el majestuoso espectaculo de las costas de Nueva Norfolk y del rio de Cook, y las hace semejar a una costa escarpada que alzándose del seno de las aguas, aparenta menos distancia en razon de no haber objeto alguno entre la playa y el observador. (Continuará) CHIMBORAZO. Visita del Chimborazo, desde la mesa de tapia. Por Humboldt. (Continuacion.) Mas si la estructura de los Andes y la forma de la mesa central favorecen las observaciones jeolójicas; si permiten a los viajeros examinar con facilidad y de cerca los contornos de la doble cresta, la enorme elevacion de esta misma mesa ocaciona que parezcan mas pequeñas unas cimas que colocadas sobre islotes esparcidos en la inmensidad, de los mares, como el Mawna- Roa y el pico de Tenerife, causarian así mucha mayor impresion por su estupenda altura. Montañas cuya elevacion nos asombraria, si estuviesen a las orillas del mar, solo parecen colinas cuando se levantan de la espalda de la cordillera. Quito, por ejemplo, está recostado sobre un pequeño cono llamado Juvirac, que, a los habitantes de aquella ciudad no se representa mas elevado que Monmaré o las alturas de Meudon o los de Paris. Sin embargo, segun mis medidas, este cono de Juvirac llega a 3,131 metros (3,737 varas) de altura absoluta, y es, de consiguiente, casi tan alto como la cumbre del Marmoré, que es una de las mas altas cimas de los Pirineos. A pesar de los efectos de semejante ilusion, producida por la altura de las mesas de Quito, de Mulalo y de Riobamba, se buscaria en vano las inmediaciones de la costa o en la falda oriental del Chimborazo, un paraje capaz de ofrecer una vista tan magnifica de la cordillera, como la que yo he disfrutado, durante muchas semanas, desde la llanura de Tapia. Hallándonos sobre la espalda de los Andes, entre la doble cresta que forman las soberbias cimas del Chimborazo, del Tunguragua y del Cotopaxi, todavia estamos bastante cerca de sus cumbres para verlas bajo unos ángulos de altura mui considerable: mas descendiendo hácia las selvas que rodean el pié de la cordillera, se disminuyen mucho estos ángulos; porque en razon de la enorme masa de las montañas, nos alejamos rápidamente de sus cumbres, a medida que nos vamos aproximando al nível del mar. La línea que demarca el límite ínferior de las nieves perpetuas, se encuentra en una altura que exede un poco la del Monte- Blanco; pues si esta última montaña estuviera cituada bajo el Ecuador, solo se cubriria occidentalmente de nieve. La temperatura que reina en esta zona, hace que el límite de los hielos eternos no ofrezca las irregularidades que se notan en los Alpes y los Pirineos. Sobre la falda setentrional del Chimborazo, entre este monte y el Carguairazo, pasa el camino que conduce de Quito a Guayaquil, hácia las costas del Pacifico. Los mogotes elevados que se levantan de esta parte racuerdan, por su forma la de Gouté, vista desde el valle de Chamonix. Sobre un estrecho filo, que sale de en medio de las nieves tentamos los señores Bompland, Montufar y yo, no sin peligro, subir a la cima del Chimborazo. Lográmos llevar instrumentos a una altura considerable, aunque cercados de una densa niebla y harto incomodados por la estrema variedad del aire. El punto en que nos estuvimos para observar la inclinacion de la aguja magnetica, parece el mas elevado de cuantos los hombres han llegado a pisar trepando la espalda de los montes; pues, exede mil y cien metros a la cima de Monte-Blanco, a que logró llegar el Sr. de Saussure, el mas sábio y el mas intrépido de los viajeros, combatiendo dificultades aun mayores que las que nosotros encontramos cerca de la cima del Chimborazo. Estas penosas escursiones, cuya relacion excita jeneralmente el interes público, solo ofrecen un corto número de resultados útiles al progreso de las ciencias, porque el viajero se halla sobre un terreno cubierto de nieve, envuelto en una atmósfera cuyos elementos químicos forman una mezcla que en nada se diferencia del aire de las rejiones bajas, y en una situacion que no le permite hacer esperimentos delicados con toda la precision necesaria. Se distinguen tres especies de formas principales que afectan las altas cimas de los Andes. Los volcanes aun activos, aquellos que tienen un solo cráter de una anchura extraordinaria, son montes cónicos de cumbres mas o ménos truncas: tal se demuestra la figura del Cotopaxi, del Popocatepec, i la del pico de Orizaba. Los volcanes cuya cumbre se ha hundido despues de una larga série de erupciones, presentan crestas erizadas de puntas, piramides inclinadas al horizonte, y despedazadas rocas que amenazan ruina. A esta forma pertenece el Altar o Capac-Urcu, montaña en otro tiempo mas elevada que el Chimborazo, i cuya destruccion señala una época memorable en la historia ficica del nuevo continente. Tambien tiene la misma forma el Caraguriazo, que se desplomó en gran parte en la noche del 19 de Julio de 1698. Torrentes de agua y cieno, que entónces salieron de los costados entreabiertos de la montaña, han esterelizado las campiñas circunvecinas. Esta horrible catástrofe fué acompañada de un terremoto que sepultó millares de habitantes, en las cercanas ciudades de Ambato y Lacatunga. (Continuará.)